La cocina ha ido evolucionando durante siglos, adaptándose a las necesidades de las personas. Siempre se han buscado métodos más eficientes para la cocción de los alimentos, desde el fuego directo, hornos a leña, a carbón, estufas de gas, parrillas eléctricas tradicionales de resistencia, hasta las parrillas de inducción magnética.
La inducción magnética es un principio físico que se estudia desde la mitad del siglo XIX. El pionero en su estudio fue el físico inglés Michael Faraday, quien estudió la reacción de la inducción electromagnética en objetos.
Las parrillas de inducción magnética trabajan distribuyendo la energía directamente al sartén, lo que hace que se desperdicie menos energía que en las parrillas eléctricas convencionales. No necesita un combustible para generar calor, ni una placa que se caliente al rojo vivo.
Utiliza espirales de cobre que generan campos electromagnéticos de alta frecuencia que actúan directamente en las moléculas de hierro del recipiente, sean comales, ollas o sartenes, calentándolos directamente, evitando el desperdicio de energía, lo que hace que sea un método de cocción más eficiente.
Al transmitir directamente la energía al sartén, solamente éste se calentará y no la superficie de la estufa, evitando así accidentes y aumentos de temperatura, elevando la seguridad de la parrilla de inducción.
Las estufas de inducción no causan problemas a la salud ya que trabajan con imanes que reaccionan únicamente al colocarles el sartén y no con ondas de radiaciones electromagnéticas como las microondas. Si buscamos rapidez a la hora de cocinar las estufas de inducción son la elección perfecta, nos hacen cocinar más rápido y ahorrar energía, son fáciles de limpiar, son resistentes y son más seguras que otras estufas, al no calentarse su superficie.
